El corcho en extremadura
Extremadura es uno de los territorios españoles con más superficie de alcornocal. Su clima es básicamente mediterráneo con influencia atlántica, con inviernos suaves y veranos muy calurosos y secos. La ubicación típica del alcornocal son las vertientes soleadas entre los 600 y 900 metros y a cotas más bajas en la sombra. El alcornocal forma muchas veces masas mixtas con encina. Va acompañado normalmente de sotobosque de gran altura formado por madroño, brezos, estepas, etc. De estas masas forestales se aprovecha el corcho y también tienen lugar actividades cinegéticas y ganaderas. La presencia del alcornoque en lugares donde tiene menos potencial ecológico se explica por su introducción a través de repoblaciones. Las zonas de mayor concentración de alcornocal son la Sierra de San Pedro y las sierras de Jerez y Fregenal.
El Parque Natural de la Sierra de San Pedro está situado en la zona más occidental de Extremadura. Es un área abrupta, situada entre los 300 y 700 metros de altura. Está clasificada como Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) y Zona de Especial Conservación (ZEC). La especie arbórea dominante es la encina, pero la climatología y el tipo de suelo han favorecido el alcornoque y la extracción del corcho es una actividad muy importante de la zona.
Los encinares y alcornocales están adehesados en los valles y áreas hundidas pero en cuanto se alzan por las zonas más enfiladas, casi no han sido transformados y se encuentran en un magnífico estado de conservación. El hecho es que este parque cuenta con un gran número de especies en peligro de extinción: destaca la presencia del águila imperial ibérica y el buitre negro, entre la ornitofauna, y del lince ibérico entre los mamíferos.
El ritual de la saca
Los que habitamos este territorio somos conscientes de que la Sierra de San Pedro, junto con las dehesas llamadas Piedrabuena y Mayorga de San Vicente de Alcántara, suponen una gran extensión de alcornocal y son, además, una excelente representación del paisaje y la cultura del corcho en nuestra Comunidad. En este espacio, junto a un magnífico entorno natural, hay mucha vida ligada precisamente al corcho, su explotación y la cultura que se crea en torno al mismo. El verano es la época del año en la que más nos adentramos en el monte alcornocal y la dehesa, gracias a la campaña de extracción del corcho o la saca, nombre con el que es conocido el descorche en Extremadura.
Normalmente, pasamos la campaña de la saca en el campo durante el tiempo que ésta dura, aunque como es lógico, las cosas han cambiado desde hace años hasta ahora. Recuerdo, en mi juventud, cuando íbamos a trabajar en el descorche para pasar varias semanas, incluso meses, en el campo. Nos llevábamos el jato, que son todos los enseres necesarios durante la extracción del corcho. Las principales herramientas que utilizábamos, como hoy en día, eran el hacha corchera y la palanca o burja, acompañadas por la piedra de afilar y el barril de barro, para mantener el agua siempre fresca. Cuando llegábamos a la finca, buscábamos cada uno nuestro alcornoque en el que instalábamos la jatera. Era el espacio de cada uno, algo así como una cabaña
al aire libre. Lo primero que hacíamos era prepararla y hacernos la cama a base de ramas nuevas de alcornoque, retamas y un mantón grueso que nos traíamos de casa. Recuerdo cuando salíamos a correr con el fin de buscar los mejores alcornoques y conseguir los palos de la cama, la cual construíamos ayudándonos los unos a los otros. Era muy entretenido, así empezábamos nuestra convivencia, puesto que además de trabajar también teníamos tiempo de pasar buenos ratos.
Para tener los alimentos en alto y a salvo de los animales e insectos, utilizábamos corchas recién sacadas, a modo de estanterías, las cuales colgábamos con
cuerdas del alcornoque bajo el que teníamos la jatera. Además, a un lado de la misma teníamos la lumbre para colocar la sartén y el puchero del café. También contábamos siempre con un cántaro grande de agua para rellenar el barril que nos llevábamos al descorche cada mañana. Al ser el trabajo de la saca de bastante esfuerzo físico, el alimento que se tomaba debía ser energético. Por la mañana temprano, antes de comenzar con la saca y después de haber desayunado unas migas con café, arrimábamos al fuego el puchero de garbanzos, chorizo, tocino y lacón. Uno de nosotros se encargaba de vigilar los pucheros para tenerlos preparados a la hora de comer. A los garbanzos se les acompañaba con un gazpacho de poleos hecho a base de huevo, pimiento rojo seco, ajo machado, aceite, sal, vinagre, pan, agua y poleo machado.
Hoy en día, aunque de otra manera y con medios diferentes, seguimos yendo a la saca del corcho con nuestro equipaje y, en todo caso, nunca nos debe faltar el hacha, la palanca y el agua. Con la llegada del invierno preparamos en las fábricas de San Vicente ese corcho que recogemos en verano, y lo transformamos en tapón o exportamos la materia prima. En concreto mi trabajo es el de preparación del corcho en plancha. El corcho está muy presente en nuestras vidas, y en la mía concretamente, a través de la cultura y las tradiciones, incluso en nuestros hogares, siempre hemos visto el corcho de una manera u otra en los útiles de la vida cotidiana, son objetos fabricados en corcho que hoy en día ya no se utilizan, pero que todos los que tienen mi edad sí que hemos conocido. Hablo del corcho lavandero que tenían nuestras madres para lavar la ropa, las artesas de la matanza, las colmenas para la miel o los taburetes a los que nosotros llamamos asientos, los cuales hoy en día todavía usamos para sentarnos alrededor de la chimenea. En cuanto a las tradiciones unidas al corcho, tiene un sentido especial la que celebramos en la noche anterior al 22 de Enero, se trata de la fiesta del patrón del pueblo, San Vicente Mártir. Esa noche hacemos hogueras con ramajos que recogemos varias semanas antes.
Recuerdo, en mi niñez, cuando mis amigos y yo, poco después de Navidad, comenzábamos a acarrear ramas de olivo de los huertos que habían podado y juntábamos muebles viejos para nuestra hoguera. Tenías que tener cuidado de que no te los robaran por las noches. Después, esa noche se compite a ver qué barrio tiene la hoguera más grande, quemamos trozos de corcho que insertamos en palos y nos mascarramos, así es como llamamos nosotros al hecho de tiznarnos la cara unos a otros y a las personas que nos encontramos por el camino. Hoy en día, seguimos celebrando esta fiesta de los mascarrones,
tan ligada al corcho.
Otra tradición en la que participamos gran parte del pueblo, es la del Corpus Christi, en la que los vecinos adornamos las calles por las que va a pasar la
procesión con serrín de madera teñido y corcho. Recientemente, esta fiesta ha sido declarada de Interés Turístico Regional, hecho que nos llena a todos de un gran orgullo.